Regalar la infancia

Dentro de la película en cd de Los lunes al sol iba una foto mía de cuando era pequeña. No lo pensé casi. La traje de Pamplona sabiendo que iba a acabar en su estantería. No sé por qué pero me apetece que tenga una foto mía dentro de una película. Es un poco como cuando los padres llevan una foto de su hija en la cartera, nunca la ven pero ahí está, acompañándoles en todas sus deudas. Esto no es nada posesivo ni paternal, de hecho. No sé tampoco por qué he pensado en ese parecido. Creo que si lo pienso bien es un acercamiento bastante grande a la intimidad: toma, te regalo mi infancia. En Eternal sunshine of the spotless mind cuando Joel quiere parar de borrar recuerdos con Clem se la lleva a su infancia y me parece precioso. Puedo enseñarle muchas cosas de mi, puedo hablarle de todas las veces que he sentido vergüenza en mi vida y de las primeras veces que sentí dolor pero no puedo llevarle a conocerme cuando era una bola pequeña de incomprensión e inocencia. Hoy he pensado que no me importaría llevarle a mi infancia y que me podría apetecer visitar la suya. En mi teoría de las líneas que se cruzan -de la que le hablaré algún día- una de las primeras líneas es querer saber todo de esa persona. Descubro que alguien está protagonizando mi interés cuando de repente me pregunto cuál es su árbol favorito o si tiene alguna calle especial o cómo le llamaban sus padres de pequeño o cuántas veces se ha enamorado o cuál es la primera canción que le hizo llorar. Ahí, cuando cruzo esa línea llamada “asume que llevas 15 minutos en clase pensando en las preguntas que quieres hacerle en la próxima terraza de Lavapiés en la que os sentéis”, empiezo a ver el jardín en el que voy a adentrarme poco a poco sin darme cuenta. Hoy he añadido en mi teoría la línea de querer visitar la infancia del otro. Es una línea gigantesca, en realidad. La infancia solo se regala una vez. Yo lo estoy haciendo de poco en poco y así me autoconvenzo de que no estoy tan perdida. Hoy le he dicho que me da ganas de escribir sobre cosas que no son del todo oscuras y es verdad. Aún no le he dicho que nunca había escrito sobre alguien. Hay gente que te regala la perspectiva de un mundo nuevo sin darse cuenta y eso es muy parecido a regalar la infancia. También es parecido a la infancia escribir sobre cosas que no sean del todo oscuras. No quiero decir la frase que odio de me haces sentir como cuando era niña porque yo creo que decir eso, además de ser un cliché, es un putadón. ¿Qué quiere decir la gente con eso? ¿Me haces sentir como si tuviera una pataleta porque no me han comprado la Little Pet Shop que todo el mundo tiene? Cuando nos enamoramos decimos las mayores estupideces que se han dicho nunca pero como el amor es un mal común nos las creemos entre todos y pensamos que así funciona. No me hace sentir como cuando era niña porque además no me acuerdo de cómo era yo con 4 años pero me hace querer recordarlo y contárselo. Eso sí que es un putadón. Esto no lo había escrito nunca. Las Palabras Grandes, como la infancia, solo se regalan una vez. Por eso me da miedo estar por primera vez escribiendo sobre alguien. Supongo que dentro de unos meses, quizás años, me dolerá leer esto. Cuando ya no exista sentimiento ni magnitud en las Palabras. Cuando no se las pueda regalar a nadie más por mucho que quiera. Aún sabiendo que seguramente las consecuencias de escribir esto me harán llorar en un futuro, ahora mismo a las 2:22 de un lunes 9 de enero de 2024 no puedo escribir otra cosa. A lo mejor leo esto de aquí a un tiempo y sonrío y se lo cuento a un nuevo amor. O a lo peor lo leo estando en la misma cama que él y me doy cuenta entonces de que ya no escribo sobre nosotros y de que ya no tenemos primeras veces. Creo que sería el desenlace más decadente. Antes de que pase, preferiría salir corriendo a pillar el primer billete de avión a Groenlandia y me iría sin decir nada. Pero ni en Groenlandia ni en ningún lugar al que huir podría borrar las palabras que ya le he regalado ni podría hacer desaparecer la foto de cuando era pequeña de la película que está en su estantería. A lo mejor, y solo a lo mejor, dentro de un tiempo será él quien lo lea a mi lado. Y no habrá desenlace terrible. Respiraremos y leeremos lo siguiente.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El programa en el que Falete se tiró por un trampolín

miércoles 13 diciembre 2023. una vida compartida

Terroristas chiitas