Si yo fuera un archivo MP4 no lloraría como lloro hoy
144 archivos pasándose de la cámara al ordenador. 20 minutos pegada a la pantalla mirando los 3 primeros en bucle. La carpeta se llama “Para cuando os caséis os muráis u os mudéis de ciudad”. Siempre que les grabo se me escucha decir en OFF “esto lo pondré en vuestra boda”. Es mi manera de decir que quiero perdurar en el tiempo, en su tiempo, tanto como perduren estos vídeos en nuestros ordenadores. Hago zoom a sus manos para que dentro de 20 años recuerden cómo hablaban con los gestos de la juventud. Hago zoom a sus ojos para ver si a la cámara le cede un segundo de veracidad que a mi, de momento, aún no me ha regalado. Me tranquiliza la inmortalidad de los videos, me abruma seleccionar los momentos que recordaremos. Hay veces que quiero sacar la cámara y no lo hago y luego me arrepiento porque pienso que dentro de unos años les gustará verlo. Le doy al REC y les pido, ya que son actores y actrices, que repitan la escena. Dejar constancia de sus vidas es el mayor regalo que les hago todos los días. Ya sabrán verlo cuando pasen los años y se vean con 20 cantando en terrazas y sintiendo en escenarios. Cuando se vean y no me vean a mi. Esta cámara grabó mi cara con 5 años. Mis padres la compraron cuando nació mi hermana para poder guardar un trozo de su infancia. Cuando nací yo la eternidad parece ser que no les importaba tanto. A penas tengo vídeos de cuando era pequeña, encontré mi comodidad en captar la vida de los que estaban a mi lado porque siempre la he considerado más valiosa e importante que la mía. Hay veces que es imposible luchar contra la naturaleza de una misma, si con 5 años ya estaba en esas, con 21 no puedo pretender ser la protagonista de nada ni de nadie. Lo mastico, lo trago y sigo grabando. Aún así guardo algún segundo de plano robado en el que me acerco a la cámara y ya en OFF, se me escucha decirle a mi padre “Déjame grabar a mi solita. Mamá, mira, te estoy grabando”. Esta cámara, de alguna forma, me ha enseñado a saber ocupar el mundo. A hacerme hueco. Me pone triste no saber casi cómo me movía yo de pequeña y sé que me pondrá triste no saber cómo miraba yo con 21 años. Tengo todas sus miradas en archivos MP4. Ellos, de aquí a unos años, no se acordarán de la mía. Y me da vergüenza pensar en lo más profundo de mi cabeza “Ojalá estuviera mi padre en esta terraza para grabarme” porque sé que es la única persona en el mundo a la que le interesa, aunque sea momentáneamente, mi inmortalidad. Ellos solo quieren ser recordados y aquí estoy yo para hacerlo posible. Nadie piensa que, aunque sea directora por naturaleza, soy persona por inevitabilidad. Y también quiero ser recordada. Más bien, quiero que alguien piense en que quiere recordarme. A mi me recordarán por mis buenas intenciones pero no por lo que soy. Y me da tanta pena que se me confunde con frustración y me dan ganas de no grabar nunca a nadie más. Y pienso que no sé qué sería de mí sin complacer a los otros. Y entonces la pena no se me confunde con nada y se adentra en mis palabras como estos 144 vídeos en mi ordenador. Me encantaría no escribir esto. Me encantaría que alguien tuviera ganas de recordarme. Que se de cuenta de que en estos 144 vídeos solo hay 2 segundos de mi cara grabados por mi misma con la pantalla del revés. En mis 21 años en este mundo nadie nunca jamás me ha grabado por la necesidad de que yo aparezca en el vídeo de su boda. Míriam, asume que tu impacto en el resto no es memorable. Eres directora, y los nombres de las directoras solo se los saben otras directoras. Y nadie va a querer dirigir contigo, ni darte opción a ser otras cosas. Porque me gusta hablar de vocación pero yo soy directora por hartura. Porque no me ha quedado otra. Porque con 5 años ya había algo más importante que yo para ser recordado. Porque, a lo mejor, yo soy de este mundo solo cuando hago a los otros sentir que pertenecen. Estoy cansada. Me quedan 41 minutos de tiempo de grabación en la cámara.. Pienso que me gustaría dejar de ser persona y pasar a ser un archivo MP4. Si sigo escribiendo la pena me hará tan pequeña que no ocuparé ni 1 megabyte y me perderé silenciosamente entre el resto de archivos más grandes e importantes. Nadie querrá poner en su boda un vídeo tan pequeño. Acabaré en la papelera con el resto de archivos prescindibles.
Comentarios
Publicar un comentario